
La tierra de Paita. Manuela fue enterrada en una fosa común, de ahí que no se ha podido rastrear sus restos.
El recuerdo de Manuela Sáenz, encarnado en la tierra de Paita que guarda un cofre, llegó hoy a Riobamba. La personalidad de la heroína quiteña fue objeto de homenaje durante cinco eventos principales. En el Parque Sucre, frente al Colegio Maldonado, la Brigada Blindada de Caballería Galápagos, le rindió honores y el gobernador Carlos Castro resaltó la importancia de la Campaña triunfa «Libertadora Manuela Sáenz», porque reivindica la imagen de esta mujer que colaboró con la independencia de América.
Manuela Sáenz, tras la muerte de Bolívar, de quien fue su consejera y compañera, fue objeto de las persecusiones de los amigos y enemigos del Libertador. Fue desterrada de Lima, Bogotá y su propio país le negó la entrada. Desde entonces escogió Paita, un pequeño puerto de Perú, como su residencia. Durante 26 años, Manuela vivió de vender tabaco, preparar dulces y traducir cartas. Sistemáticamente fue ocultada en la historia oficial.
En 1840 había sido autorizada a regresar a Ecuador. Sin embargo fue su decisión no volver, por dignidad. «Es más fácil destruir una cosa que volvera a construir», dijo.
Manuela murió en 1856, contagiada con difteria, la peste que azotaba el pueblo. Su cuerpo fue despositado en uan fosa común. Por eso, el poeta Pablo Neruda la llamó: la Insepulta de Paita.
Adiós, adiós, adiós, insepulta bravía
rosa roja, rosal hasta en la muerte errante
adiós, forma callada por el polvo de Paita
corola destrozada por la arena y el viento.
Pablo Neruda
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