– Se fue la luz, no hay tele y se me agotó la batería del cell –se quejó el niño con gesto de aburrimiento y tumbándose sobre el sillón de la sala- Encima de todo, ya anochece.
– ¿Te podría contar un cuento para pasar el rato? –sugirió el padre.
– Ya no soy bebé… prefiero quedarme sin hacer nada aquí hasta que haya energía.
– Antes, cuando no había tantos aparatos, nos reuníamos alrededor de la abuela para que nos contara leyendas…
El niño río a carcajadas y lanzó una frase con ironía.
– ¿Cuándo fue eso? ¿En la prehistoria?
El padre hizo una mueca y decidió demostrarle a su pequeño lo agradable que era narrar las historias de la ciudad.
– Ven, te voy a contar una leyenda.
Aunque las historias se modernicen y los personajes cambien de nombre, hoy al igual que hace unos años o hace un siglo, la oscuridad todavía asusta y se presta para que la imaginación vuele y cree criaturas misteriosas. Antes fue el descabezado, la loca viuda, la llorona, el duende; hoy con la influencia de la poderosa industria del cine estadounidense los personajes han cambiado. Así lo revela un sondeo realizado entre niños y niñas del quinto año de educación básica de la unidad educativa La Salle y séptimo año de la escuela 11 de Noviembre. Ante la inquietud de qué personaje les producía más miedo nombraron a Jason (Viernes 13), Freddy Krueger (Pesadilla en la calle Elm), Chucky (El muñeco diabólico), el demonio (El Exorcista). Dos personajes, sin embargo, aparecieron en referencia a leyendas locales. El guagua ñaco es uno de ellos.
Según la tradición oral, en lugares poco transitados y oscuros, el silencio de la noche era roto por el llanto desesperado de un recién nacido. Quien por mala suerte cruzaba por allí, ya sea por trabajo o porque había trasnochado, se sentía conmovido y detenía el paso para acercarse al bulto. Con ternura tomaba en brazos al niño y lo llevaba hasta su hogar con la ingrata sorpresa que al descubrir el rostro se encontraba con un horrible demonio. Precisamente esta figura del diablo encarnado en un tierno infante es la que desvelaba a nuestra reina de Riobamba, Catherine Guadalupe, en su niñez. “Me hacían tener miedo, sobre todo porque me decían que el guagua ñaco perseguía a las niñas de ojos grandes y cabello negro, y yo cumplía con esas características”, confiesa la soberana dejando escapar una sonrisa nostálgica.
Entre los recuerdos de los chicos emerge también el personaje más icónico de las leyendas de la ciudad, el descabezado.
– Hace mucho tiempo, cuando Riobamba se iluminaba sólo con tenues faroles, apareció un personaje que puso a temblar a los habitantes de la ciudad –comenzó a narrar el padre-. Una noche, un caballero se dirigía a casa después de una noche de juerga…
– ¿De qué?
– De juerga, de farra…
– Ah, de las que te pegas vos los fines de semana…
El hombre sintió enrojecer, pero afortunadamente, las tinieblas impidieron que su hijo lo notara.
– Como decía… un caballero regresaba a su hogar, cuando escuchó acercarse un caballo a galope. Decidió detenerse un momento para identificar al jinete y averiguar la razón por la cual atravesaba la ciudad a tan altas horas de la noche.
– ¿Y a él que le importaba?
– Bueno, se jactaba de conocer a todos los habitantes de la ciudad, además era un poco entrometido…
– Ah, como doña Pepita de la tienda…
– ¡Ya! Respeta, Pablo.
– Bueno, sólo estoy comentando, como si estuviera en el “face”.
– Sigamos, mejor… El caballero esperó el paso del jinete, pero cuando lo tuvo cerca, se espantó tanto que cayó desmayado ahí mismo. A la mañana siguiente, casi muerto del frío, fue rescatado por los primeros fieles que iban a misa. Cuando se restableció pudo contar la razón de su espanto: ¡El jinete era un hombre sin cabeza!
Para David Villalba -teatrero como se autodefine- la imagen del descabezado le resultó terrorífica en la infancia. “Me asustaba por la manera en la que mi tía abuela describía al espectro: un tipo grande, corpulento, sin cabeza, que aparecía de pronto entre las tinieblas”, recuerda el artista. Con el paso de los años, se dio cuenta que estas historias tradicionales se contaban con el propósito de infundir miedo y generar disciplina. “Si no comíamos venía el monstruo; si no hacíamos caso se aparecía el cuco. El miedo era una manera de controlarnos”, analiza.
Raúl Pazmiño, maestro de la escuela 11 de Noviembre, también fue criado con el temor. Su padre lo amenazaba con llevarle a un bosque cercano, si desobedecía. El castigo tomaba forma porque en dicho sector supuestamente vivía el chushalongo (niño malvado), un individuo mitológico que abusaba de las mujeres y asesinaba a los hombres para beber su sangre.
La leyenda, además de expresar los deseos, temores y la imagen de una sociedad en una época determinada, es considerada una narración didáctica con un fin moralizante, pues el infractor en la mayoría de veces recibe un castigo. La loca viuda, por ejemplo, era una especie de lección para los esposos infieles.
Cuentan los ancianos que alrededor de San Alfonso rondaba en las noches, una exuberante mujer, vestida con un traje negro y una mantilla que le cubría el rostro. Cuando se encontraba con un borrachito o un donjuán, hacía señas con su mano para que la siguiera. Con la ilusión de una aventura amorosa, el hombre iba detrás de la damisela hasta llegar al cementerio, lugar donde se levantaba el velo para descubrir una monstruosa calavera.
Leyendas dedicadas para los chicos por supuesto que había. Niños y niñas de antaño temblaban por la supuesta existencia de un gigante que no soportaba a los llorones. “Ya no te retobes, verás que viene el pillallau y te come”, aleccionaban muy seriamente las madres, cansadas de berrinches y lagrimones.
Pero, mucha agua ha corrido debajo del puente desde entonces. Los fantasmas de ayer, ya no causan la misma impresión. “Hoy, las alumnas son mucho más despiertas, tienen acceso a los medios de comunicación y a la internet, y están en la capacidad de crear sus propias historias”, sostiene Raúl Pazmiño. Y añadiríamos nosotros, de discrepar.
– Papi, sabemos que eso es imposible, un hombre no puede vivir sin cabeza…
– No te adelantes… Como ciudad pequeña que era, el rumor corrió rápidamente y pronto todos hablaban del espíritu de ultratumba y tomaban sus precauciones. En el día, mandaban a celebrar misa por el alma de aquel condenado al infierno, y de noche, se guardaban antes de que cayera la noche para evitarlo.
– ¿Alguien más vio al descabezado?
– Sí. Algunos motivados por la curiosidad, salieron a sus ventanas justo en el momento que escuchaban el galope diabólico. Muchos quedaron mudos de la impresión; porque sólo lograron advertir un cuello pálido que emergía del poncho…
– ¿Poncho? ¡Qué! ¿Tenía frío? –el muchacho río de buena gana…
– Pues, a los vecinos no les produjo mucha gracia. Traían los nervios de punta porque creían que el espectro representaba la llegada de muchas desgracias.
– ¿Y entonces qué pasó?
– Pues, que nunca faltan los valientes. Dos amigos planearon descubrir si el descabezado en realidad era un fantasma. Una noche se colocaron frente a frente en ambos lados de la calle y estiraron un cordel. Si el caballo y el jinete eran de ultratumba pasarían sin problema; pero si no…
– Se enredarían y caerían…
– Así es… Y sucedió que a las doce de la noche, ambos oyeron el galope y empezaron a temblar…
– ¿De frío?
– No, de miedo.
El miedo es una emoción básica que sirve al ser humano para alejarse o estar prevenido de ciertas situaciones, explica la página en internet “Psicología en la red”. Los especialistas del mundo que colaboran con ella, explican que el miedo es una emoción primaria del ser humano, la cual con un “desarrollo ontológico sano” pasa de un estado que bloquea o paraliza a un valor que cuida y protege la propia vida.
Niños y niñas de La Salle y 11 de Noviembre, consultados para este artículo, contestaron en su mayoría que sí temen a la oscuridad. Y que los personajes que infunden miedo son aquellos “que son malos y matan a la gente”. Reconocieron que en la noche se sienten más intranquilos cuando han visto una película de terror.
Patricia Campos, psicóloga del Patronato San Pedro de Riobamba, recalca que no es saludable que preadolescentes observen este tipo de productos audiovisuales, menos aún cuando no cuentan con una guía u orientación. “Como en cualquier tema, los padres de familia no deben despertar la curiosidad, pero sí estar cerca para conversar y evitar que sus hijos e hijas tergiversen los significados”, añade la especialista.
Ana Barrios Arocas, quien presenta contenido en el blog Esteco Psicólogos, esclarece el papel de padres o representantes al mencionar que no es aconsejable dar miedo a un niño como prevención, pero sí educar para que sean más fuertes psicológicamente. A su criterio, en la crianza hay que brindar habilidades y estrategias para solucionar los problemas, hacerles valientes en el sentido de reforzar su autonomía y autoestima.
– A pesar de su decisión por descubrir la verdad, los amigos también contemplaban la posibilidad de que el descabezado fuera en verdad un espíritu y eso los aterrorizaba. Tuvieron que contenerse para no gritar cuando el jinete estuvo a pocos metros, y no supieron dónde sacaron fuerzas para tensar la cuerda. Finalmente fueron arrastrados en su intento por detener al corcel. Mientras trataban de incorporarse observaron que el jinete había caído muy cerca de ellos. Lo primero estaba confirmado, era un ser humano. Ahora faltaba por conocer su identidad.
– ¿Si no era fantasma cómo es que no tenía cabeza?
– Ambos llegaron cojeando hasta el individuo para levantarlo y descubrir su identidad. Cuando alzaron el poncho descubrieron que se trataba de…
El hombre hizo una pausa premeditada.
– ¿De quién? –insistió el niño.
– Del cura del pueblo.
– ¿Qué…? ¿Y qué hacía a esas horas? ¿Cómo fingía que no tenía cabeza?
– Bueno, cuentan las malas lenguas, que el cura tenía un romance con una señora recién llegada a la ciudad. Al ser una relación prohibida, sólo podía visitarla cuando nadie pudiera darse cuenta; es decir, en horas de la noche. Según contó esa misma noche -antes de salir definitivamente de Riobamba- nunca tuvo la intención de motivar el pánico en la ciudad. Fue el hombre que lo vio por primera vez, quien inventó lo del descabezado.
– Pero, insisto, ¿cómo fue lo de la cabeza?
– El cura contó que a la hora que salía, el frío era demasiado recio. Por eso se colocaba un sombrero y sobre él, el poncho, con el fin de protegerse. Obviamente, con la escasa luz que había en la ciudad, y con los tragos encima, el testigo vio solamente la copa del sombrero desde cuyas alas caía el poncho. No había cabeza por ningún lado…
– Chiii… Papi, ¿Quién va a confundir un sombrero con un cuello humano?
La leyenda, en el ámbito educativo, es utilizada en la materia de Comunicación y Lenguaje. Por ejemplo, el maestro Raúl Pazmiño comparte estas narraciones con sus estudiantes, como una forma de rescatar las tradiciones y costumbres, y analizar los valores de la sociedad, de una manera entretenida. En esta labor de los educadores, la revista “Hablemos” de Diario La Prensa ha sido aliada. En sus páginas, desde hace dos décadas, ha dedicado un espacio permanente para la transmisión de leyendas y tradiciones de Chimborazo. De igual manera, las revistas conmemorativas por la independencia y emancipación de Riobamba editadas por este rotativo entre los años 2003 y 2007 presentaron leyendas ilustradas, al estilo de las conocidas fotonovelas.
Sin la pretensión de hacer un registro completo de quiénes han escrito y dicho con respecto al tema, debemos mencionar al educador y periodista riobambeño Luis Alberto Falconí (1894-1941), quien como dice su biógrafo Carlos Ortiz Arellano, se dedicó “a darle sabor especial, muy suyo, a algunas de las leyendas de nuestra rica tradición riobambeña: El Descabezado y el farol de San Francisco”. Precisamente, su texto sobre el cura enamorado fue publicado en un diario de circulación nacional a inicios del siglo XX.
También es necesario destacar la investigación de Eudófilo Costales Samaniego, con sus tres tomos de “Riobamba en el tiempo”. En el segundo tomo publicado en 1976, el autor se ocupa de registrar leyendas como El animero, El agualongo o la Casa de los serenos; y en el tercero, aparecido en 1987, cuenta las historias de El carbúnculo, el chushalongo y La mula negra, entre otros muchos relatos.
En el siglo XXI, dentro de un proceso de revitalización de la leyenda, debemos anotar por supuesto, la publicación en 2005 de dos tomos en la Campaña de lectura “Cien joyas para leer”, planificada por la Casa de la Cultura y otras instituciones. “Caminante sin camino” -narrativa de César Herrera Paula con el estudio y selección de Carlos Freire Heredia- presentó la recopilación de leyendas, cuentos, costumbres y tradiciones protagonizadas por el indígena y mestizo de varias latitudes de Ecuador y particularmente de Chimborazo. El prólogo explicaba que la publicación pretendía elevar la reflexión hacia la toma de conciencia en el sentido que “poseemos identidad ante el mundo”.
El interés por las leyendas ha llegado al campo de la comunicación audiovisual y al teatro. En los albores de la televisión riobambeña, dentro del programa “Riobamba de fiesta” (2000-2001) por canal 13, se presentó una dramatización sobre la historia de El Luterano. Años más tarde, Henry Endara, productor de un video turístico para el Municipio de Riobamba incluyó leyendas como aquella que cuenta la creación de la imagen del Señor del Buen Suceso. En teatro, el grupo Pacari de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch) presentó en 2009 el montaje de la obra El Luterano, durante la realización del Primer Festival de análisis y evaluación del teatro nacional realizado en Riobamba.
También han incursionado en la temática, el grupo de teatro de la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo, artistas como Silvia Brito con el “Teatro de los Silfos” y David Villalba, quien ha puesto en escena obras con títeres sobre personajes fantásticos y monstruos.
Juan Carlos Rodríguez Tapia es quien incursiona con un nuevo género dentro de esta lista cultural. El realizador se postula para acceder a los fondos concursables 2009-2010 del Ministerio de Cultura de Ecuador, y es seleccionado entre los ganadores. Con este apoyo produce “El descabezado de Riobamba”, primer cortometraje animado 3D, que está disponible en la red (http://vimeo.com/26071111). Y hablando del ciberespacio, las leyendas de la ciudad se proyectan al mundo a través de los llamados blogs o bitácoras. Por mencionar un par: Historias de Riobamba (https://digvas.wordpress.com) e Hijos del Chimborazo… Cuentos, mitos y leyendas (http://tradicionoralchimborazo.blogspot.com).
– Pero, eso no es todo, hijo. Dicen que una noche muchos años después, el horripilante fantasma de un hombre sin cabeza se apareció a unos viajeros. A pocos días del suceso y cuando los vecinos aún no se recuperaban de la impresión causada por el relato de los visitantes, llegó la noticia de que el sacerdote que sirvió en aquella jurisdicción había fallecido. Entonces, a nadie le quedó duda de que su alma atormentada había vuelto a la ciudad a recoger sus pasos y a pedir perdón por haberla engañado…
– Uhmm, oye, pa… ¿Puedo quedarme contigo hasta que llegue la luz?
Fuente: Diario La Prensa
Si que es interesante, el rescate desde el ayer de tantas leyendas que son una muestra de creaciones del talento de la gente, y que al ser trasmitidas se volvieron tradiciones muy imaginativas, amenas en fin. Pero me gustaría que las investigaciones también vayan por la evidencia de lo cotidiano como es la arquitectura y sus diseñadores (iglesias, edificios administrativos, colegios, etc) por ejemplo saber quien diseñó la alegoría de la Fuente de Neptuno, de donde se trajeron los postes de alumbrado de esa plaza, el bebedero etc. obras en bronce(?) Datos que nos acercarían más a Riobamba, ciudad importante que sin embargo lleva un título que no lo encuentro acorde a su pasado y prosapia (la Sultana) (?) Le agradeceré mucho el aclarar estas inquietudes. Gracias