
En esta plaza se reunió el pueblo para sumarse a la declaración de emancipación.
Fue como su maestro Eugenio Espejo, un poco duende. Apareció en la Real Audiencia de Quito, de pronto. Pocos supieron que era un exiliado por sus ideas de libertad. Huyó de Lima después de verse involucrado en la difusión de pasquines en contra de la Corona Española. Melchor formaba parte de un grupo de jóvenes, que a finales del siglo XVIII, se había contagiado de la rebeldía de Túpac Amaru, caudillo indígena que protagonizó la mayor rebelión en el sur de América en contra del colonialismo y la explotación.
Casi desterrado llegó a tierras quiteñas, consideradas por las autoridades españolas como remanso de paz. Tan equivocados estaban los peninsulares que al llegar a la villa de Riobamba para asentarse, Melchor Guzmán se encontró con el precursor Eugenio Espejo ajetreado en la famosa “Defensa de los curas”.
El amor terminó por convencer al peruano de quedarse en la tierra del Chimborazo. El enlace matrimonial con Josefa Caballero lo volvió uno más del pueblo y con el orgullo de ser mestizo y criollo, aceptó con agrado aquel mote con el que la barriada le bautizó: Cholo Virrey.

La figura del Cholo, tal como la de un duende, aparece y desaparece en la historia.
El hombre se volvió consejero e intérprete del pensamiento del pueblo, especialmente del sector de Santa Rosa, una vez trasladada la villa por efecto del pavoroso terremoto de 1797. Guzmán se convirtió en “predicador de la independencia de las colonias americanas” y en vocero de las necesidades en los cabildos abiertos. La confianza que inspiraba sirvió para que parte del pueblo se adhiriera al pronunciamiento libertario de Quito en 1809.
En aquella época de convulsión se ensayó también en el manejo de las armas. Su aguda palabra utilizada para escritos anónimos, se complementó con la participación en combates contra las tropas realistas. Aunque el éxito fue esquivo, el Cholo ganó experiencia.
Hasta que llegó noviembre de 1820, cuando cumplió un papel decisivo en la proclama de emancipación de Riobamba. Por este motivo y tal como sucedió en Perú, estuvo en la “lista negra” de los renegados.
Según la investigación solicitada por la Corona al corregidor Martín Chiriboga sobre la ubicación del “Acta de Independencia”, el Cholo Virrey había sido protagonista de los hechos.
El peruano había convocado al pueblo a reunirse en el espacio abierto junto al convento de los dominicos (actual parque Sucre) y allí persuadió a los vecinos de unirse a la proclama independentista, que ya se había hecho efectiva en Guayaquil el 9 de Octubre de 1820.
Con la multitud, el Cholo se tomó el cuartel, venció a las tropas realistas, se dirigió a la plaza mayor (parque Maldonado) y obligó a huir a Chiriboga. Entonces, “valiéndose del favor que gozaba en el pueblo, levantó la voz y proclamó jefe político y militar de la provincia al ciudadano Juan Bernardo de León y Cevallos”.

Juan Bernardo de León.
La casa de la familia Donoso fue escenario de la firma del Acta en la cual Riobamba se declaraba libre de la influencia y gobierno españoles. Actuaron miembros de las familias Lizarzaburu, Moreno de Salas, Zambrano, Donoso; el Dr. Javier Sáenz y Basabe, abogado, entre otros. Luego se unió voluntariamente todo el pueblo riobambeño.
Una vez firmada el Acta se acordó enviar un oficio al coronel patriota Urdaneta que permanecía en Guaranda, para pedir refuerzos e impedir que el ejército español sometiera a los recién emancipados. A su vez, el militar remitió la comunicación a la Junta de Gobierno de Guayaquil.
Con la experiencia adquirida en luchas pasadas, Guzmán apoyó la organización de milicias armadas y junto con Estanislao Zambrano, y con lo poco que había arrebatado a los peninsulares, procuró ejercitar a los riobambeños para la batalla.
Se sumaron entonces a las milicias de Antonio José Sucre, pero los realistas vencieron en los campos de Huachi el 22 de noviembre de 1820. La represión violenta que se impuso en Riobamba, y que obligó a pagar impuestos y a sumar fuerzas para los realistas, forzó a Guzmán a resguardarse en la Costa. Como figura visible del “11” era uno de los más buscados por los realistas que se fortalecieron en Riobamba.
Para Melchor, ya no había vuelta atrás. No podía regresar a la cotidianidad de su vida y resolvió unirse al ejército libertador, al mando de Sucre. Ahí fue teniente de milicias, primero, y jefe de exploradores y batidores, después.
Para 1822 con el triunfo patriota en las planicies de Riobamba, finalmente pudo entrar victorioso y ser agasajado por el pueblo. Pero, su meta estaba fija en colaborar con la independencia total de la Real Audiencia, y siguió camino hacia Quito, donde se libró la batalla definitiva el 24 de Mayo.
Mientras se preparaba la campaña para libertar su tierra natal, junto con el ejército de Simón Bolívar, el Cholo Virrey tomó parte activa en el debate sobre el destino del puerto principal. A través de columnas en el Patriota de Guayaquil, en un estilo satírico, desvirtuó las opciones de anexión al Perú y a la Gran Colombia, y se mostró partidario de Guayaquil independiente.
Sobre su estilo de escritura ha quedado una muestra, además de su desprecio por los españoles:
Hay tres clases de españoles. Los indiferentes, los que vemos en pinturas; buenos, los que por la misericordia de Dios han entrado al cielo; malos, cuantos existen.
¿Y contra estos siete vicios? Contra estos siete vicios hay siete virtudes: la primera, fuera; la segunda, márchense; la tercera, váyanse; la cuarta, lárguense; la quinta, salgan; la sexta, echémosles, y la séptima, cumplir estrictamente las órdenes del gobierno sobre el particular.
Tal como un propio duende, el rastro de Guzmán se perdió para siempre. Nadie sabe qué pasó con la vida de este escritor punzante, pensador libertario y militar comprometido con la independencia de toda América. Nadie sabe donde descansan sus restos. Y en Riobamba, además de una placa recordatoria, no existe otra referencia a este personaje, al Acta de Independencia ni al pasaje histórico al cual el cantón debe sus alborozadas fiestas novembrinas.

Placa colocada en el centenario de la Emancipación Política.
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