
La vista desde Riobamba es espectacular.
La vista panorámica desde Riobamba se compara en espectacularidad solamente con el calor de su gente y las oportunidades que su territorio ofrece. Así lo sienten propios y extraños que, con viva emoción, declaran su amor por la ciudad que los vio crecer, a unos, y que los acogió, a otros.
Centinela del ocaso, sorbete de los puruhaes, Chimborazo, paracaídas de los cielos; Tungurahua, fragua de celos, cachimba del olvido, El Altar, cuna de luna, rascacielos fracasado y sonreído.
(Fragmento de “Ocaso en los caminos de Riobamba”, de Luis Gerardo Chiriboga)
Riobamba es espectacular por donde se mire y con un paisaje único. Jaime López, presidente de la Cámara de la Construcción, ha recorrido al menos el 90% de las ciudades del país y no reconoce en ninguna una característica similar. Acota que es una ciudad sin contaminación todavía y con una ubicación geográfica inmejorable. “Tenemos las mismas distancias a los polos de desarrollo; a dos horas está el Oriente; todo es cerca, a cinco horas está la playa, si sale a las seis ya se puede almorzar frente al mar”, acota.

La belleza y misticismo del Chimborazo.
Ramiro Álvarez, integrante de la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo, también resalta esta cualidad especial. “Tiene un paisaje diferente; es la Sultana de los Andes, rodeada de cinco nevados, y a veces podemos disfrutar de los Cubillines cuando está bastante nevado”.
Para la docente universitaria y escritora, Genoveva Ponce, la ubicación estratégica de Riobamba permite trasladarse sin mayores dificultades, porque ser el corazón de Patria equivale a estar conectados con todos los rincones de ella; pero a la vez provoca no querer alejarse. “Su inigualable paisaje cautiva, pues la aventura de vivir entre: El Altar, Tungurahua, Carihuairazo, Sangay y Chimborazo; este último, punto más alejado del centro de la Tierra, genera una conexión impresionante”, señala.
La configuración de la ciudad ejerce influencia en la movilidad y en el disfrute del caminante. El poeta Cristóbal Cevallos Larrea decía: “Amo tus calles anchas, largas y solitarias, la edénica quietud de tus bellos jardines; y en la hora vespertina, la hora de las plegarias oigo que gime el viento, cual gimen los violines”.
En ese sentido, Riobamba está hecha para desarrollar una vida sosegada, sostiene Jaime López: las distancias son cortas y los trámites se pueden hacer a pie.
Desde los jóvenes
Cristina Albán, oriunda del cantón Echeandía (Bolívar), considera que Riobamba es una ciudad tranquila, que permite interactuar con personas de diferentes partes del país, con su cultura, etnia y religión. “Es bacán en ese aspecto. Me gusta”, confesó la joven de 20 años. Lo que más llama la atención a Ligia Lobacha, de Ambato (Tungurahua), es que la ciudad es tranquila, no existe tanta delincuencia y es bonita.

Una tierra para estudiar, a precios cómodos.
Rosario Toaquiza, de La Maná (Cotopaxi), considera que es pequeña y tranquila. “Se puede encontrar lo que se necesita casi en los mismos lugares”.
El aspecto de la seguridad también es resaltado por David Fernández, de Ambato. Este estudiante politécnico de 21 años disfruta la tranquilidad de sacar un aparato electrónico sin miedo en la calle o en el bus, como no se puede hacer en su ciudad natal, Quito y Guayaquil. “Además, es más relajado venir a divertirse acá”, acota.
Lilián Cuaja, de 19 años y nacida en Riobamba, destaca los paisajes y su gente “amistosa y solidaria”.
Educación universitaria
Riobamba fue declarada como Ciudad Universitaria y Politécnica, por la presencia de Instituciones de Educación Superior como la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach) y la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch).
Carlos Delgado es director de la Escuela de Marketing de la Facultad de Administración de Empresas de la Espoch. Apunta que el 60% de los estudiantes de la Politécnica corresponde a oriundos de otras provincias. Esta alta afluencia se explica por una combinación de dos factores: la oferta de carreras de una excelente universidad y que la ciudad no es muy costosa. Por ejemplo, añade, el arriendo de una habitación alrededor de la Politécnica puede cotizarse entre los 50 y 70 dólares; además que el centro superior cuenta con comedores y bares que expenden comidas entre 1,25 y dos dólares; de igual manera, en las inmediaciones existen restaurantes con precios bajos. “Comparemos con el costo de vivir en Quito, donde un arriendo mínimo cuesta 200 dólares, y a esto se le suma el costo de alimentación que puede llegar a 300 o 400 dólares”, apunta Delgado. A todo esto se suma que gracias a la oferta de residencias cercanas, los politécnicos pueden ir y regresa a pie, con el ahorro consiguiente en el rubro de transporte.
Además, Delgado asevera que la Espoch ha diversificado su oferta académico con carreras en las facultades de Recursos Naturales, Ciencias Pecuarias, Ciencias, Salud Pública, Mecánica, Informativa y Electrónica, y la de Administración de Empresas.
Productos y alimentos
Lo que Delgado señala con respecto al costo de alimentación de los estudiantes, se puede extender a toda la población. Jorge Boada, director zonal 3 de la Superintendencia de Control del Poder de Mercado, explica que a Riobamba llega una producción agrícola rica y variada, gracias a los pisos ecológicos con los que cuenta la provincia; y que, tanto en alimentos como en servicios, la ciudad representa costos convenientes.

Riobamba tiene acceso a productos agrícolas de diferentes pisos climáticos.
El constructor Jaime López apunta como virtud también que en la Sultana se encuentra comida variada, casi de todo lo que se prepara en Ecuador. Existen platillos de la Costa, de la Sierra y últimamente han aparecido oferta del Oriente. En general, dice López, Riobamba está entre las cincos ciudades más baratas del país.
Su gente
“Aquí sentí mi primer amor, aquí yo vi la luz del sol; lo mejor que tiene este lugar es mi gente”. Este es uno de los versos de la canción “El blues de la ciudad” que compuso el cantautor Henry Estrada para rendir un homenaje a Riobamba. Precisamente, existe un gran consenso entre las personas consultadas sobre la calidad de habitantes que tiene la Sultana.
Genoveva Ponce apunta:
Vivir en Riobamba representa la posibilidad de confluir con diversas realidades, tener el lujo de la cercanía, poder llegar donde el otro, donde el amigo, donde el pariente; conocer quiénes son sus vecinos; andar por sus calles, visitar sus rincones históricos, culturales, gastronómicos, turísticos y hallar rostros familiares, porque tal parece que muchos nos conocemos o por lo menos nos reconocemos. Vivir en Riobamba permite conocer de cerca a personajes y personalidades que incursionan en la ciencia, el arte y la cultura y sentir la fraternidad de muchos soñadores que desde sus espacios laborales y personales enfatizan su compromiso ciudadano y construyen puentes entre ideologías, posiciones y enfoques a fin de caminar por el bien y el progreso común.
López señala, por su parte que la gente Riobamba, aunque introvertida a veces, es muy amable y dispuesta a aportar con su trabajo para la ciudad. Dentro del aspecto humano, Ramiro Álvarez, de la Casa de la Cultura, aporta que es una ciudad de contrastes, con una variada culturalidad, a través de las costumbres de los pueblos indígenas y del mestizaje, que en conjunto nos ha hecho quienes somos.
“El blues de la ciudad” nació hace más de diez años cuando Henry Estrada caminaba por el barrio La Estación, sector en el que creció. “Recuerdo claramente cuando la melodía y las primeras frases llegaron a la par; pero estar listas para el vuelo llevó su tiempo”, asevera el artista. El tema fue parte de la producción discográfica “Especial” (2012), cuya recaudación fue íntegra para la Asociación de Familiares de Personas Excepcionales de Chimborazo (Afapech) y que contenía canciones dedicadas a la ciudad como “Riobamba de esperanza”, “El chulla riobambeño”, en versiones tradicional y pop, y una interpretación del Himno a Riobamba.

Henry Estrada ha compuesto temas en honor a Riobamba, en los cuales resalta que lo mejor es la gente. (Foto Cortesía)
En el blues, Henry canta a las bondades de la Sultana, la gran ciudad, y configura a sus habitantes como lo mejor. “En su gente está la vida, la esperanza, la razón, la identidad. Su gente representa los sueños, la acción, la fuerza, el apoyo de mirar, sentir, de saber que hay una voz que defiende vida en humanidad”, señala. Para Estrada componer la canción representa parte de su responsabilidad por hacer su trabajo con corazón, por la tierra que lo vio nacer, en espera de tener siempre “una mejor realidad con dignidad”.
Con los brazos abiertos
Mayreen Dita Gómez, actual editora de la Unidad de Publicaciones y Propiedad Intelectual de la Unach, llegó desde Cuba hace cinco años, a la medianoche, “bajo el efecto del desconcierto y la turbación del migrante que sale por primera vez de su país”.
Al bajar del bus, se encontró con una ciudad vestida con grandes lonas verdes que no dejaban ver la desnudez de algunos de sus parques, porque estaban en proceso de remodelación. “En ese entonces (la ciudad) me pareció oscura, hostil y agresivamente fría. Sin embargo, el amanecer primero me devolvió otra cara; algunos días después comenzaron a caer las máscaras de la ciudad; y solo muchísimos días después, el sol permitió que se presentaran poco a poco ante mí los imponentes nevados que custodian este valle”, recuerda.
A pesar que ha tenido la oportunidad de visitar otros lugares del país, siempre ha regresado a Riobamba, a la que define como su hogar:
Porque eso ha sido Riobamba para esta migrante isleña, el hogar paradójicamente cálido en el que ha encontrado familia, amigos, el pan sobre manteles límpidos dispuestos por manos desconocidas, para abrigar la soledad del que está lejos de su propia calle. Nunca me han impresionado tanto las grandes urbes cosmopolitas del país, como la sobriedad apacible de esta ciudad; nunca el poderío del color se me ha relevado tan explícito, como en los mercados abarrotados de frutas y vegetales recién donados por la tierra; nunca he percibido tanta nobleza y voluntad como en la mirada del indígena. Siempre que me preguntan por qué vivo en Riobamba, mi respuesta es fácil y contundente, porque quiero esta ciudad: porque agradezco los derroteros que me han traído hasta aquí, y porque dejarla atrás se me parecería mucho a una segunda emigración, a otro abandono de la tierra propia.
Seguridad y oportunidades
Para el presidente de la Cámara de la Construcción, Riobamba es una ciudad seguro, con hechos de violencia aislados si se compara con ciudades de tamaños similares. Por eso, la población riobambeña puede realizar sus gestiones tranquilamente. Este factor también aporta para la inversión en el territorio. “Para los empresarios es una ciudad de oportunidades, en temas de servicios, de infraestructura y de diversión. Es una ciudad con futuro, pero cuando empujemos como riobambeños con la guía de autoridades que tengan una visión clara de a dónde debe ir”, explica.
Carlos Delgado, director de la Escuela de Marketing de la Espoch, también coincide que la Sultana es una ciudad de oportunidades. “Está ubicada estratégicamente ubicada en el centro, con acceso a carreteras de primer orden; existen opciones para crear empresas y conseguir mano de obra calificada que salen de las universidades”, añade.
Riobamba, ciudad para vivir, desarrollarse y hacer amigos para siempre. Riobamba, majestuosa, soberana y siempre con retos.

Catedral iluminada, durante el Jueves Santo.
PUFFFF CON LAS JUSTAS TERMINÉ DE LEER, por que la melancolía se iba apoderando de mi y sentía que las lagrimas mojaban mis ojos. Siempre te llevaré en mi corazón RIOBAMBA querida.