(Francisco Javier Novillo Herrera)
Pérfido miedo que sepulta las entrañas acallando la voz, débil se tambalea en la el sueño que intranquilo ansía libertad. Argucia del tirano en la prepotencia, es el sofisma que pretende nuevamente encadenar tras una careta de legalidad a quienes como ovejas que van al matadero.
Imprecación lastimera, coraje reprimido, aullidos de injusticia del obrero entristecido; sumido en la sombra, tras bastidores llora en desconsuelo con la impotencia desbordando su designio, de sentirse relegado por el déspota villano que causa oprobio y desolación. Taciturno sueño, la luz del mañana no está, sin drama ni quebranto, solo un grito en la alborada, brillo de organdí en la cimera exaltación, mi destino es el destello de luna, se enquistan estos versos al profanar los siglos y romper la celosía.
Escribo y mi sentido agudiza esta ira, sopor, miedo, la injusticia no da tregua, pesada carga que hiede la vida; busco sosiego y mis ojos se indignan contemplando la ironía de esta impotencia, que crece cada vez que tu boca se abre para herirme.
En tus gestos, la hipocresía campea sobre el remanso de mis días, ¿cómo vencerte? si estás amurallada, tu escondrijo es fosa de iniquidades; te escudas con mentira, tu dios se llama egoísmo; me tiendes lazos, pero mi ébano destruye tus coyunturas, conozco tus ardides, aborrezco tu presencia y te maldigo por siempre.
Se fragmenta el resuello, los hálitos se fugan por el túnel de esta pausa, manos crispadas al cielo, imploran y maldicen; la fe en agonía, no hay sentido.
Desmatizado y renuente, un bucólico paisaje se cierne en la vanguardia de mi retórica humanista; se deploran alegorías y desmitifican sueños, se vaporizan ideales por el vil dinero, el escarnio impera y la avidez subyuga el pobre se hunde en un fango de injusticia
¡Despierta Adalid! destruye al depredador, combate sin miramientos al que causa aberración; rómpele el hocico al capitalista opresor, no temas hermano, también eres proletario.
Hoy que has caído, me río de tu suerte, escupo en tu rostro toda mi rebeldía, lejos, un silencio funerario; retumba un campanazo y vuela el horizonte, pasos, voces y multitudes agradecidas, danzan y se emborrachan de alegría.
Gracias Dieguito por la gentileza de publicar uno de mis trabajos, le estoy eternamente agradecido, suerte
Hola Dieguito le envío el siguiente trabajo, espero le guste para que lo pueda publicar:
D’elite
Infatuados literaturistas de vanguardia, vanilocuentes de la palabra, henchidos de orgullo por algunas obras que lograron publicar; el pavo real tiene sobradas razones con su andar soberbio y presuntuoso para sentirse ufano en la ostentación y majestad de su colorido plumaje.
Verbigracia de un grupúsculo que no ceja en su afán de monopolizar la literatura haciéndose llamar escritores, no son más que un hato de misántropos, enanos cerebrales con lánguida verborrea donde la palabreja se dispensa hasta lograr la estupidización, son los afamados culturícolas infectos de risible notoriedad; heraldos mendicantes de la idiotez que profieren pestes engalanadas de florcitas, enlucidas con el discurso exagerativo pero sin alma, que llama la atención sin ser efectivo, impresionista pero caduco.
Parapléjicos mentales, mimados del arte autonombrados semidioses que van solapadamente discurriendo argucias, planificando eventitos dizque culturales, atribuyéndose dotes magnánimas de fabulosas proezas; hermanados en la misma y letal idiosincracia donde prima la cultura selectiva y excluyente.
De estos personajes líbrese mi alma, a estos crápulas de la palabra deberían mandarlos a una oficinita para que transcriban a mano la historia de nuestro país y por último si se niegan a ello que sean sometidos a una evaluación siquiátrica y confinados a convalecencia en total aislamiento.