San Francisco, uno de los barrios más tradicionales de la nueva Riobamba, ha sido escenario de cuentos tenebrosos y leyendas que erizan la piel. Quienes han vivido en el sector, en las noches frías, cuentan haber sido testigos de la aparición de la Loca Viuda o haber visto cuando el anterior monumento del Padre Juan de Velasco bajaba de su pedestal y recorría el Parque de la Libertad aterrorizando a cuantos se atrevían a pasar a la hora de los espantos.
Pero, sin duda, uno de los cuentos más conmovedores es el que les presentamos a continuación, tal y como nos reveló el hijo de la protagonista de estos hechos.
Ni el frío de la noche ni la soledad del Parque La Libertad hicieron desistir a María Lola de acudir a la cita con Herodes, un misterioso personaje que, a decir de una de sus amigas, tenía la solución para su problema.
Mientras se acercaba la hora, meditaba acerca de lo sucedido unos meses atrás cuando había entregado su amor, en medio de promesas, a un joven de la alta sociedad riobambeña. Ahora en su vientre germinaba el fruto de esta entrega.
Un murmullo sacó de sus pensamientos a la muchacha. En el parque se escuchó unas tímidas voces infantiles que cantaban una ronda. De inmediato se estremeció.
«… En coche va una niña carabí, en coche va una niña carabí, hija de un capitán, carabirurí carabirurá…»
La extraña situación le dio escalofríos y pensó en las dos condiciones que siempre ponía Herodes para aparecer: que la perjudicaba fuera sola y a la medianoche. María Lola, en un momento pensó en irse, pero sintió una mano que le tocaba.
Herodes dispuso que la siguiera.
La joven obedeció como si su voluntad la estuviera abandonando.
El hombre la condujo hasta una antigua puerta de las casonas del sector. Una vez adentro bajaron por unas gradas hasta el subsuelo.
Herodes la condujo hasta una serie de túneles ocultos debajo de las calles de San Francisco. Ahí le contó que los pasadizos unían casas, iglesias y colegios de la ciudad de Riobamba.
– Su amiga me contó del problema que le aqueja y puedo ayudar a resolverlo.
– Esto no tiene solución, señor, mis padres no comprenderían, su moral y su conducta son intachables.
– Todo en esta vida tiene solución, niña; solamente debe vencer su miedo.
Le hizo señas para continuar. A medida que Lola caminaba, removía la tierra, la cual expedía un olor fétido.
Llegaron a una cuarto pequeño, donde estaba una mesa pequeña con varios instrumentos.
– Aquí tengo la solución. Solo de usted depende que nadie conozca su error. En estos túneles muchas jóvenes han ocultado los deslices cometidos por amor.
Entonces María Lola se fijó en el rostro de Herodes y descubrió la maldad de un demonio encarnado que se alimentaba de la debilidad del ser humano.
El terror le dio fuerzas para huir y tratar de buscar la salida; pero los túneles y los muros parecían interminables.
Después de una hora de vagar sin rumbo, María Lola desfalleció. Pero, un ruido le puso en alerta nuevamente y se incorporó.
La joven escuchó una voz infantil:
«Tienes que dejarme un nuevo amiguito para jugar…»
María Lola divisó a un ser pequeño e impasible.
– Yo fui el primero en llegar; mi mamá era una novicia que quiso ocultar su pecado y no me dejó nacer. Desde entonces han llegado muchas mujeres y siempre me dejan al ser que tanto desprecian. Todos nosotros nos alimentamos del miedo, el odio y la vergüenza.
Se escucharon los gemidos y las risas de cientos de niños que parecían estar dentro de las paredes de los túneles. Eran los espíritus de los no nacidos.
María Lola corrió despavorida mientras resonaban las rondas infantiles. Crash, crash, tronaba a cada paso. El piso se descubrió lleno de huesos, restos humanos y fetos.
La joven ni siquiera recordó cómo logró salir de esos abominables túneles. Pero, lo vivido le sirvió para decidir tener a su bebé, a pesar de las habladurías de la sociedad.
Meses después, la muchacha sonreía al mirar al niño que sostenía en sus brazos. Sus padres le habían brindado todo el apoyo y aprendieron a querer a su nieto como a nadie en el mundo.
Dicen que aún ahora en la noche, cuando hay silencio absoluto, se puede escuchar en el parque La Libertad, la ronda de aquellos seres que se han perdido en la penumbra de un mundo oscuro porque no les permitieron nacer.
Créditos:
Historia: Paúl Freire. Realización y fotografías: Diego Vallejo. Dramatización: Paula Andrea Vallejo, Fernando Paredes. Locaciones y Logística: Patricia Oleas, Marcelo Rosero. 2004
EXCELENTES HISTORIAS,
q buena historia
que buena
Ojalá puedas dar a conocer más de las historias de Riobamba que ilustrastes con fotografía. Es excelente tanto la historia como la fotografía de «La silla en el Cementerio» al igual que las otras, que talvés pocos recuerdan. Gracias Diego por incluirme en los créditos.
si loco que mas quieres que hagas
feo esta leyenda casi me susto